domingo, 12 de febrero de 2017

Crecer

El armario donde acababa de encerrar a su muñeca. A la vez que sus recuerdos.
Porque nunca una muñeca podía hacer sentir tanto.
Porque nunca una muñeca había estado tan viva. 
Ocultando en su rostro llantos de niños abrazados a sus padres. 
Ocultando besos de buenas noches y de buenos días. 
Ayudando a crecer a la niña dulce y al niño travieso. 
Dejando atrás años de niñez y madurez, cargados de sueños cumplidos. 
Y los que quedan por cumplir. 
Porque dejar atrás el pasado no significa abandonarlo. 
Porque nunca ha sido fácil encerrar a una muñeca y menos cerrar una puerta. 
Abierta de par en par. 
Contemplando ese recorrido que tú transformas a cada paso que das. 
Porque la vida pasa, arrasando con el tiempo y, sobretodo, almacenando los recuerdos.

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