Curiosa palabra “miedo”
Nunca sabemos
cómo interpretarla.
Nunca sabemos qué
conlleva.
Nunca sabemos
cómo reaccionar.
La mayoría de
las personas sienten que es algo malo, pero, ¿por qué no
transformamos el miedo en ilusión?
El miedo consigue
alejar.
Consigue
derrotar.
Consigue cerrar.
Y consigue dejar
de ser tú mismo.
Pero, realmente,
¿qué tememos?
Tememos conocer
lo desconocido.
Tememos sentir lo
nunca sentido.
Tememos abrirnos
tanto que puedan alcanzarnos y hacernos daño.
Tememos descubrir
una parte escondida de nosotros mismos que, realmente, no sabíamos
que existía.
El miedo es
protección ante la vida, ante las personas y ante ti mismo.
Sin darnos cuenta
de que, el miedo, nos quita lo mejor que puede ofrecernos.
Una mejor versión
de nosotros mismos.
Un sentimiento
que nos hace sentirnos completos.
Sentimos miedo
hasta de lo más simple que puede ocurrirnos.
A una mirada.
A una caricia.
A un beso.
Sentimos miedo de
aquello que necesitamos para sentirnos bien.
Y yo me pregunto,
¿por qué?
Qué hay de malo
en sentir.
Qué hay de malo
en conocer.
Qué hay de malo
en fijar la mirada en alguien.
Sin miedo no
aprendemos pero, sin él, avanzamos.
Debemos valorar
qué compensa más.
Quedarnos
arriesgando todo por algo que nos hace sentir ilusión
O
Alejarnos
encerrándonos en nosotros mismos pensando en lo que puede pasar.
Pasamos el mayor
tiempo de nuestra vida preocupados por lo que vendrá.
Olvidándonos de
lo que tenemos realmente en frente.
Y, sin ninguna
duda, debemos quedarnos con lo que tenemos delante de nuestros ojos.
Quedarnos con la
sensación de descubrir algo nuevo.
De descubrirnos a
nosotros mismos.
De poder ver lo
que alguien consigue sacarnos de lo más profundo.
Sin pensar en un
mañana, ni en un ayer, solo en un hoy.
Porque si, el
miedo ayuda a no recibir daños externos, pero, no ayudar a evitar
los nuestros.
Y esos son los
más importantes, los que duelen, los que te hacen llorar, los que te
hacen dejar de confiar y los que te hacen dejar de ser.
Y la única
misión que tenemos que completar, es vivir siendo.