Hemos despedido un año que ha sido de todo menos normal, pero dentro
de esa peculiaridad, estoy segura de que encontramos miles de
momentos que nos han llenado y nos han hecho olvidar el horror que
estábamos viviendo.
Quiero que sólo nos centremos en todos esos
momentos que nos han hecho sonreír este año, porque son los que más
importan.
La sonrisa aunque no esté presente, no desaparece. Y que
mejor regalo que acabar dedicándonos a nosotros mismos, una gran
sonrisa.
Quién nos iba a decir hace un año que se nos presentaba un
año tan difícil, cuando todos estábamos deseando que llegara
porque el 2020 nos parecía un buen número, un número de suerte, un
número que sólo podía traer cosas buenas. Y, una vez más, la vida
vuelve a sorprendernos y a dejarnos claro que nada de lo que vivamos
es esperado, que la vida se basa en ser inesperada, en sorprender,
tanto para bien como para mal, porque como bien me gusta decir a mí
“Todo pasa por algo” y este año ha sido la prueba exacta.
Quiero que cerremos los ojos y nos transportemos al mes de enero, donde nada de lo que se nos venía encima estaba presente frente a nosotros. Donde la ilusión, los sueños y las ganas no desaparecían, por dar comienzo a un año del que estábamos expectantes, para comprobar si podía ser mejor que el anterior vivido.
Y es que, sin darnos cuenta, cuesta
tanto recordar aquellos momentos...como si hubiera pasado una
eternidad o como si perteneciera al año 2019.
Quiero que
devolvamos esos momentos a su sitio, al lugar que ocupan en este año
porque son los que lo completan. Los que lo hacen el real 2020. No me
quiero quedar con el recuerdo del 2020 como una catástrofe, porque
hay algo más allá que no hemos logrado ver. Nuestros ojos están
llenos de imágenes de televisión donde abunda el horror, en
noticias de radio donde solo se menciona una palabra. Una única
palabra. La palabra del año. La que todos llevaremos tatuada de por
vida y no en la piel. Días llenos de aplausos a las 20:00 de la
tarde donde se formaba una fiesta celebrando que seguíamos un día
más vivos. Nuestra mente está llena de meses en cuatro paredes, de
meses sin sentir la piel de quien queremos, de meses sin poder
apreciar lo que nos llena. Pero, sobretodo, meses de no sentirnos a
nosotros mismos. Y es que, más allá de lo que ha abundado nuestra
vida estos meses, lo que ha conseguido este año es que uno mismo
sepa escucharse, sepa sentirse, sepa verse y sepa conocerse. Creo que
es lo más importante que podemos sacar de este año y quizá nadie
se ha dado cuenta de ello pero, esta situación, nos ha hecho crecer
y aprender. Mucha gente no habrá querido formar parte de ese
aprendizaje pero importan los que sí.
Quiero que nos miremos los
unos a los otros y nos sintamos orgullosos de haber llegado hasta
aquí. Porque este año nos ha quitado mucho pero nos está
devolviendo cosas mejores, algunas convertidas en personas y, seguro,
nos las seguirá devolviendo.
Yo no soy la misma persona que empezó este año, ni siquiera soy la misma persona que era a mitad de año o hace tan solo unos meses. Y tengo la certeza de que vosotros tampoco, quizá pensáis que si pero si os paráis a reflexionar vuestra evolución este año, os sorprenderéis del valor que habéis adquirido y que estáis adquiriendo. Porque esta evolución no para, nada frena, la vida no frena pero nosotros tampoco lo hacemos. Sin darnos cuenta avanzamos cada día dando pasitos a lo que podemos llamar nuestro destino. ¿Cuál es el de cada uno? Nadie puede saberlo, pero mejor, ¿no es más divertido ir descubriéndolo poco a poco? Compartiendo pequeños momentos. Pequeñas carcajadas que consiguen llenarte un poquito más el corazón si es posible. Grandes lágrimas de dolor en noches donde no hay fin, porque si, también son necesarias para avanzar. Incluso las pequeñas discusiones son esenciales, porque eso solo significa una cosa y es que hay amor de verdad. Y que bonito es darte cuenta de eso. Porque aunque nos repitan los “te quiero”, no vale con pronunciarlo, siempre es necesario sentirlo.
Hemos llegado hasta aquí pasando por el infierno de no saber cuándo iba a ser el fin o la llegada de la libertad. Hemos luchado contra nuestro peor enemigo y no, no es un virus, es nuestro interior encerrado. Hemos sabido darnos el empujoncito para hacernos levantar y, si no hemos sido capaces, siempre hemos tenido a alguien a nuestro lado que nos ha hecho recordar quienes somos. Que nos ha hecho recordar lo que es que te quieran, que te abracen, que te besen, que te cuiden...porque esa sensación no se olvida, pero si se convierte en algo borroso. Y nosotros somos los encargados de avivarla.
Quiero compartir un fragmento que escribí cuando todos vivíamos encerrados en la incertidumbre, porque creo que no hay mejor manera de valorar el 2020.
“Nos estamos
olvidando de lo que es vivir.
Pero el ser
humano es tan fuerte que supera hasta lo que pensamos que no
Cuando más
hundidos nos sentimos, cuando tocamos fondo y pensamos que es el
final
Llega una parte
de ti y te dice no, no es el final, es el comienzo.
Tal vez estemos a
día de hoy hundidos, bajos de ánimo, con ansiedad, agotados,
hartos…
Simplemente sin
encontrarnos bien con nosotros o con la vida
Pero el día que
todo esto termine, no tengo ninguna duda de que habremos demostrado
lo fuertes y valientes que somos a la persona que más nos debe
importar, nosotros
Y tampoco dudo
que la relación con las personas que nos rodean va a ser mucho más
fuerte, si se ha mantenido en la distancia con todo lo malo, lo peor
y lo jodido, estando juntos estoy segura de que va a ser bestial y
nada ni nadie va a pararlo ni romperlo
Quizá hemos
llegado a la última lección de aprendizaje de decir lo que sentimos
en cada momento a cada uno que está a nuestro lado, porque, por
desgracia, esto nos está enseñando que puede llegar el día en el
que no se pueda, y lo peor es arrepentirse después y no poder
cambiarlo
No dudéis ni
ahora ni nunca en decir un “te echo de menos”, un “te quiero”
porque podéis hacer que quien se ha caído, se levante y porque
nunca está de más recordarle al otro lo que significa para ti, es
un refuerzo más de lo que sois.”
Todo este fragmento quiero que os lo repitáis una y otra vez. Que lo grabéis palabra por palabra en vuestro corazón. Porque no hay mejor prueba de crecimiento que ser consciente de dónde estábamos y dónde estamos hoy. De lo que hemos avanzado y de lo que llevamos dentro, para toda la vida.
Estoy segura de que a lo largo de este año, ha habido días donde hemos pronunciado las palabras “No puedo más” o, simplemente, expresiones similares que indicaban agotamiento mental, tristeza y que nos quedaban pocas fuerzas para seguir caminando por nuestro recorrido. Yo me incluyo y sé que alguno de vosotros también. Pero en vez de recordar aquello que nos hacía sentirnos así, quiero que recordemos lo que nos hizo levantarnos y decidir seguir, decidir volver a ser nosotros mismos. Con esto quiero hacer ver que nada de lo que pase en el mundo o en nuestra vida, puede hacernos caer y no levantar, que cuando sintamos que no tenemos fuerzas recordemos que la fuerza la marcas tú, no es algo que se mide, se agota y no se rellena. Es algo que no acaba, es algo que tienes y que puedes o no utilizar pero hasta cuando decides no poder, tu cuerpo se encarga de recordar que lo que necesitas es utilizarla, por ello, la utilizas sin darte cuenta. Esto hace que consigamos mirarnos al espejo y veamos a la persona que somos realmente, que es la que hemos construido a lo largo de tantos años, a lo largo de tantas experiencias.
Porque el dolor, la tristeza y el sufrimiento es igual
de válido que la alegría y la felicidad. Eso no significa que
tengamos la libertad de vivir en ese dolor ni la obligación de vivir
en la alegría. Pero si significa que tenemos la suficiente capacidad
y poder de decidir dónde estamos bien, y estar bien no es estar
cómodo, estar bien es no provocarnos daños a nosotros mismos de
manera innecesaria. Si la vida tiene ambas caras es porque nos da la
posibilidad de vivir donde elijamos. Y os preguntaréis, pero si yo
decido vivir en la alegría porqué tengo momentos en los que me
siento triste. Y la respuesta es que la vida quiere recordaros dónde
estáis para que apreciéis y valoréis si es donde queréis estar.
En conclusión, este año habremos perdido amigos, amores, habremos conocido a nuevas personas, pero ¿sabéis qué es lo más importante? Que no nos hemos perdido a nosotros mismos, que nos hemos demostrado la valentía que nos constituye y que contamos con la ventaja de seguir conociéndonos a medida que avanzamos. Pero, sobre todo, con el poder que inunda cada zona de nuestra piel.
Nos van
a llegar cosas que nos van a sorprender, no tengo la más mínima
duda. El año que comienza va a ser la recompensa
por la fuerza que hemos demostrado este año y todos los anteriores.
Todo va a mejorar. Todo va a ir bien. Vamos a conseguir lo que
queremos. Nuestros sueños se van a cumplir. Compartiremos cada logro
y los celebraremos como nosotros sabemos. Pero, sobre todo, el 2021
seguirá marcado por nuestras uniones inquebrantables.
FELIZ 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario