sábado, 2 de enero de 2021

2020

Hemos despedido un año que ha sido de todo menos normal, pero dentro de esa peculiaridad, estoy segura de que encontramos miles de momentos que nos han llenado y nos han hecho olvidar el horror que estábamos viviendo.
Quiero que sólo nos centremos en todos esos momentos que nos han hecho sonreír este año, porque son los que más importan.
La sonrisa aunque no esté presente, no desaparece. Y que mejor regalo que acabar dedicándonos a nosotros mismos, una gran sonrisa.

Quién nos iba a decir hace un año que se nos presentaba un año tan difícil, cuando todos estábamos deseando que llegara porque el 2020 nos parecía un buen número, un número de suerte, un número que sólo podía traer cosas buenas. Y, una vez más, la vida vuelve a sorprendernos y a dejarnos claro que nada de lo que vivamos es esperado, que la vida se basa en ser inesperada, en sorprender, tanto para bien como para mal, porque como bien me gusta decir a mí “Todo pasa por algo” y este año ha sido la prueba exacta.

Quiero que cerremos los ojos y nos transportemos al mes de enero, donde nada de lo que se nos venía encima estaba presente frente a nosotros. Donde la ilusión, los sueños y las ganas no desaparecían, por dar comienzo a un año del que estábamos expectantes, para comprobar si podía ser mejor que el anterior vivido. 
Y es que, sin darnos cuenta, cuesta tanto recordar aquellos momentos...como si hubiera pasado una eternidad o como si perteneciera al año 2019.

Quiero que devolvamos esos momentos a su sitio, al lugar que ocupan en este año porque son los que lo completan. Los que lo hacen el real 2020. No me quiero quedar con el recuerdo del 2020 como una catástrofe, porque hay algo más allá que no hemos logrado ver. Nuestros ojos están llenos de imágenes de televisión donde abunda el horror, en noticias de radio donde solo se menciona una palabra. Una única palabra. La palabra del año. La que todos llevaremos tatuada de por vida y no en la piel. Días llenos de aplausos a las 20:00 de la tarde donde se formaba una fiesta celebrando que seguíamos un día más vivos. Nuestra mente está llena de meses en cuatro paredes, de meses sin sentir la piel de quien queremos, de meses sin poder apreciar lo que nos llena. Pero, sobretodo, meses de no sentirnos a nosotros mismos. Y es que, más allá de lo que ha abundado nuestra vida estos meses, lo que ha conseguido este año es que uno mismo sepa escucharse, sepa sentirse, sepa verse y sepa conocerse. Creo que es lo más importante que podemos sacar de este año y quizá nadie se ha dado cuenta de ello pero, esta situación, nos ha hecho crecer y aprender. Mucha gente no habrá querido formar parte de ese aprendizaje pero importan los que sí.

Quiero que nos miremos los unos a los otros y nos sintamos orgullosos de haber llegado hasta aquí. Porque este año nos ha quitado mucho pero nos está devolviendo cosas mejores, algunas convertidas en personas y, seguro, nos las seguirá devolviendo.

Yo no soy la misma persona que empezó este año, ni siquiera soy la misma persona que era a mitad de año o hace tan solo unos meses. Y tengo la certeza de que vosotros tampoco, quizá pensáis que si pero si os paráis a reflexionar vuestra evolución este año, os sorprenderéis del valor que habéis adquirido y que estáis adquiriendo. Porque esta evolución no para, nada frena, la vida no frena pero nosotros tampoco lo hacemos. Sin darnos cuenta avanzamos cada día dando pasitos a lo que podemos llamar nuestro destino. ¿Cuál es el de cada uno? Nadie puede saberlo, pero mejor, ¿no es más divertido ir descubriéndolo poco a poco? Compartiendo pequeños momentos. Pequeñas carcajadas que consiguen llenarte un poquito más el corazón si es posible. Grandes lágrimas de dolor en noches donde no hay fin, porque si, también son necesarias para avanzar. Incluso las pequeñas discusiones son esenciales, porque eso solo significa una cosa y es que hay amor de verdad. Y que bonito es darte cuenta de eso. Porque aunque nos repitan los “te quiero”, no vale con pronunciarlo, siempre es necesario sentirlo.

Hemos llegado hasta aquí pasando por el infierno de no saber cuándo iba a ser el fin o la llegada de la libertad. Hemos luchado contra nuestro peor enemigo y no, no es un virus, es nuestro interior encerrado. Hemos sabido darnos el empujoncito para hacernos levantar y, si no hemos sido capaces, siempre hemos tenido a alguien a nuestro lado que nos ha hecho recordar quienes somos. Que nos ha hecho recordar lo que es que te quieran, que te abracen, que te besen, que te cuiden...porque esa sensación no se olvida, pero si se convierte en algo borroso. Y nosotros somos los encargados de avivarla.

Quiero compartir un fragmento que escribí cuando todos vivíamos encerrados en la incertidumbre, porque creo que no hay mejor manera de valorar el 2020.

“Nos estamos olvidando de lo que es vivir.
Pero el ser humano es tan fuerte que supera hasta lo que pensamos que no
Cuando más hundidos nos sentimos, cuando tocamos fondo y pensamos que es el final
Llega una parte de ti y te dice no, no es el final, es el comienzo.
Tal vez estemos a día de hoy hundidos, bajos de ánimo, con ansiedad, agotados, hartos…
Simplemente sin encontrarnos bien con nosotros o con la vida
Pero el día que todo esto termine, no tengo ninguna duda de que habremos demostrado lo fuertes y valientes que somos a la persona que más nos debe importar, nosotros
Y tampoco dudo que la relación con las personas que nos rodean va a ser mucho más fuerte, si se ha mantenido en la distancia con todo lo malo, lo peor y lo jodido, estando juntos estoy segura de que va a ser bestial y nada ni nadie va a pararlo ni romperlo
Quizá hemos llegado a la última lección de aprendizaje de decir lo que sentimos en cada momento a cada uno que está a nuestro lado, porque, por desgracia, esto nos está enseñando que puede llegar el día en el que no se pueda, y lo peor es arrepentirse después y no poder cambiarlo
No dudéis ni ahora ni nunca en decir un “te echo de menos”, un “te quiero” porque podéis hacer que quien se ha caído, se levante y porque nunca está de más recordarle al otro lo que significa para ti, es un refuerzo más de lo que sois.”

Todo este fragmento quiero que os lo repitáis una y otra vez. Que lo grabéis palabra por palabra en vuestro corazón. Porque no hay mejor prueba de crecimiento que ser consciente de dónde estábamos y dónde estamos hoy. De lo que hemos avanzado y de lo que llevamos dentro, para toda la vida.

Estoy segura de que a lo largo de este año, ha habido días donde hemos pronunciado las palabras “No puedo más” o, simplemente, expresiones similares que indicaban agotamiento mental, tristeza y que nos quedaban pocas fuerzas para seguir caminando por nuestro recorrido. Yo me incluyo y sé que alguno de vosotros también. Pero en vez de recordar aquello que nos hacía sentirnos así, quiero que recordemos lo que nos hizo levantarnos y decidir seguir, decidir volver a ser nosotros mismos. Con esto quiero hacer ver que nada de lo que pase en el mundo o en nuestra vida, puede hacernos caer y no levantar, que cuando sintamos que no tenemos fuerzas recordemos que la fuerza la marcas tú, no es algo que se mide, se agota y no se rellena. Es algo que no acaba, es algo que tienes y que puedes o no utilizar pero hasta cuando decides no poder, tu cuerpo se encarga de recordar que lo que necesitas es utilizarla, por ello, la utilizas sin darte cuenta. Esto hace que consigamos mirarnos al espejo y veamos a la persona que somos realmente, que es la que hemos construido a lo largo de tantos años, a lo largo de tantas experiencias.

Porque el dolor, la tristeza y el sufrimiento es igual de válido que la alegría y la felicidad. Eso no significa que tengamos la libertad de vivir en ese dolor ni la obligación de vivir en la alegría. Pero si significa que tenemos la suficiente capacidad y poder de decidir dónde estamos bien, y estar bien no es estar cómodo, estar bien es no provocarnos daños a nosotros mismos de manera innecesaria. Si la vida tiene ambas caras es porque nos da la posibilidad de vivir donde elijamos. Y os preguntaréis, pero si yo decido vivir en la alegría porqué tengo momentos en los que me siento triste. Y la respuesta es que la vida quiere recordaros dónde estáis para que apreciéis y valoréis si es donde queréis estar.

En conclusión, este año habremos perdido amigos, amores, habremos conocido a nuevas personas, pero ¿sabéis qué es lo más importante? Que no nos hemos perdido a nosotros mismos, que nos hemos demostrado la valentía que nos constituye y que contamos con la ventaja de seguir conociéndonos a medida que avanzamos. Pero, sobre todo, con el poder que inunda cada zona de nuestra piel. 

Nos van a llegar cosas que nos van a sorprender, no tengo la más mínima duda. El año que comienza va a ser la recompensa por la fuerza que hemos demostrado este año y todos los anteriores. Todo va a mejorar. Todo va a ir bien. Vamos a conseguir lo que queremos. Nuestros sueños se van a cumplir. Compartiremos cada logro y los celebraremos como nosotros sabemos. Pero, sobre todo, el 2021 seguirá marcado por nuestras uniones inquebrantables. 

FELIZ 2021

No hay comentarios:

Publicar un comentario